viernes, 21 de marzo de 2014

Novela de Tsuritama - Capítulo 1 Parte 5

¿Os gustó la parte anterior de este capítulo de Tsuritama?
Si así fue, aquí tenéis un nuevo extracto de esta interesante novela.
¡Espero que también os guste!








La estación de ferrocarril de Enoshima estaba desierta, como una tienda de okonomiyaki[1] con un letrero soso, perdida entre una tienda de recuerdos y un anticuado ryokan.
Yuki se compró el billete, y cuando por fin llegó al estrecho andén, entró un bonito tren de color verde y crema.
Menos mal, justo a tiempo.
Yuki bajó la mirada al ver un grupo de gente con su mismo uniforme y subió al tren. Entonces se encontró con que había un único sitio libre, y se sentó en él.
Y fue en ese momento cuando se dio cuenta.
Frente a él estaba de pie un hombre que tendría la misma edad de Cate.
¡Oh, no! ¿Igual quería sentarse aquí?
Armándose de valor, se atrevió a subir un poco la cabeza.
Ahora que podía verlo bien, no le daba la impresión de que fuera un hombre mayor. Igual si le ofrecía su asiento, se ofendería. Pero igual pensaría que era una mala persona si no lo hacía. ¿Qué puedo hacer? ¿¡Qué puedo hacer!?
En ese momento, los ojos del hombre se encontraron con los de Yuki, y este apartó la mirada, asustado.
¿¡Pero qué haces!? ¡Si apartas los ojos es como si le estuvieras ignorando!
Yuki se armó de valor y se puso en pie.
Pero el hombre se alejó de la tensa cara de Yuki al instante y se apartó.
¿Eh? ¡No puede ser!
Entonces uno de los estudiantes sentados al otro lado se levantó y le ofreció su asiento.
Ah.
Yuki miró al estudiante de reojo.
Tenía el pelo negro, alborotado como la melena de un león dibujado por un niño, y gafas con cristales rectangulares y una montura fina de color negro. Sería un poco más alto que Yuki.
Pero lo que más le preocupaba a Yuki era el uniforme que llevaba puesto.
¡Es de mi colegio!
El hombre al que le había ofrecido su asiento y se había apartado de Yuki parecía sonreir cuando dijo “gracias”, antes de sentarse en el asiento que había quedado libre.
Ay... ¿por qué siempre acababa igual?
El de pelo alborotado miró a Yuki durante tan solo un instante y se agarró con fuerza al asa triangular que colgaba.
Se acordará de mi cara. Por favor, que no vaya a mi clase.
Mientras Yuki rogaba en silencio, oyó la voz de una estudiante que se reía por lo bajo.
Levantó la cabeza tímidamente y vio a cuatro... no, cinco estudiantes apoyados en la ventana que intentaban aguantarse la risa mientras miraban a Yuki.
¡Oh, no! ¿¡Me estaban mirando!?
No sabía de qué colegio sería el uniforme de las chicas, pero el de los chicos era claramente idéntico al de Yuki.

Una de las chicas, que llevaba el cuello de la camisa abierto y parecía muy guapa, miró a Yuki a los ojos. Al bajar la vista presa del pánico, se encontró con una falda muy corta y unas piernas muy largas. Miró hacia otro lado, pero no podía sacarse la imagen de la cabeza y sentía su espalda como si fuera a correr una maratón. Estaba sudando a chorros.
¡Lo habían visto todo! ¿Qué podía hacer ahora?
Yuki sintió su cara cada vez más tensa.
¡Qué mal! ¡Si sigo así, acabará pasando!
Yuki avanzó un paso, apartándose del agua que rodeaba todo su cuerpo y preparado para lo peor, como si se liberara de las ataduras que lo habían inmovilizado.
Un sitio cualquiera. Tengo que irme de aquí, a cualquier otro sitio. No es lo que pensáis. ¡Me he levantado porque quería ir a un sitio! ¡He tardado un poco, pero ahora iré hacia ese sitio!
El sitio al que había llegado Yuki era la puerta que estaba en el lado opuesto a los chicos que se reían.
Eso es. Yo quería venir aquí. ¿Y ahora? ¿Qué he venido a hacer aquí, en la ventana? ¡Oh, no! ¡No pensé en qué hacer a partir de ahora!
Yuki lo dio todo por perdido y levantó la cabeza, para encontrarse con un mar que llenaba toda la ventana.
¡Oh, qué grande es el mar!
Yuki por poco lo dice en voz alta, pero contiene su propia voz.
Eso es, yo quería ver el mar.
Yuki intenta calmarse con todas sus fuerzas, pero no puede ocultar su excitación.
Pero es que es el mar... ¡Se puede ver el mar desde el tren!
Pero cuando mira alrededor de reojo, todos parecen tan indiferentes como si estuvieran viendo el reloj de su casa. No hay nadie en el tren que le eche siquiera un vistazo.
¿Por qué? ¡Pero si es el mar!
Pero sí que hay una persona que tiene los ojos fijos en el mar. Es el chico con gafas y el pelo alborotado de antes.
Al darse cuenta de que le estaban observando, el chico mira a Yuki.
Yuki se asusta y vuelve a dirigir su mirada al mar.
A la derecha puede ver Enoshima alejándose.
Es maravilloso que haya un colegio tan cerca de un mar como este, piensa Yuki. En ese momento sonó una especie de chillido y el tren llegó a Koshigoehigashikokomae[2].
Ojalá hubiera podido seguir mirando un poco más.
Yuki se sorprendió a sí mismo al pensar eso.


Salió del andén de la estación y dejó atrás el mar para subir por la cuesta que se levantaba a su izquierda y llevaba al instituto de Koshigoe Este.
¿Por qué será?, pensó Yuki.
Aunque seguía siendo la misma cuesta, independientemente de quien la subiera, algunas personas andaban como si fueran a un sitio muy divertido, mientras que otras personas parecían, como él, ir de camino al patíbulo. ¿Por qué había tanta diferencia?
Las piernas de Yuki se hicieron más pesadas poco a poco. Giró la cabeza para mirar hacia atrás, como si sacara la cabeza del agua para respirar durante un instante.
Ah.
El mar aún estaba ahí. Brillaba y resplandecía como si estuviera despidiendo a Yuki desde más allá de las vías del tren.
Esta vez tengo que hacerlo bien.
Yuki se sorprendió a sí mismo al pensar eso.
Otra vez. Parece que hoy hay muchas cosas sorprendentes.


[1] Comida japonesa que consiste en una masa con varios ingredientes al gusto, que se cocina a la plancha.
[2] “La estación frente al instituto de Koshigoe Este” (lo que viene a significar el nombre) no existe. De hecho, aunque existe el colegio de Koshigoe, no existe el instituto ( y mucho menos del este). La estación que se usó como modelo en el anime fue la de Kamakurakokomae. Por supuesto, el instituto de Kamakura sí que existe, que es donde se encuentra la verdadera estación.

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