viernes, 17 de abril de 2015

[Novela] Shadows Return - Capítulo 14

Después de traeros la tercera parte de The Bond, me preguntaron si podía terminar también la traducción de otro libro de Nightrunner que se había quedado a medio traducir en Internet.
Así pues, aquí os traigo el capítulo 14 de Shadows Return, que es el que tocaba. No sé cuándo podré continuarlo, pero espero que sea pronto.
Además, la idea era hacerlo entre dos, que es más fácil y ameno.
Espero que os guste y avisadme si encontráis algo raro, por favor :)








Capítulo 14
El poder de la memoria

HABA.
Seregil, aún perdido en la oscuridad, soñaba con unas manos delicadas que aplacaban su dolor y lo reconfortaban.
Haba...
Unos dedos fríos trazaban las líneas de su rostro. Unos labios cálidos cubrían los suyos. En vano luchó por abrir sus ojos. Un sueño... tan solo un sueño.
Creía estar en su cama, en la calle de la Rueda. Apoyó su mejilla contra aquella caricia...
Alec. Talí...
Unos dedos rozaron sus labios.
No, Haba.
No, claro que no. Alec nunca le había llamado así...
La oscuridad lo reclamó, arrastrándolo hacia el fondo.

¡Haba!
–¿Todavía estás en la cama? –Mydri lo llamaba desde la puerta de la carpa–. Arriba, Haba, eres un perezoso. Padre te espera en la asamblea.
Seregil se acurrucó bajo las mantas, cerrando los ojos con fuerza e intentando fingir que no había oído nada.
–Como quieras, mocoso –murmuró su hermana antes de marcharse–.
El aire cálido entraba cargado del somnoliento zumbido de las cigarras. Seregil vio, gracias al ángulo de las sombras de los árboles que incidían sobre la lona pintada, que ya había pasado el mediodía. Apartó las mantas y se incorporó, pues sabía que no debía hacer esperar a su segunda hermana mucho tiempo. Adzriel o Illina le llamarían a gritos, o directamente entrarían y le harían cosquillas hasta que despertara. Mydri más bien lo abofetearía.
Otra vez sin desayuno, pensó con aire sombrío. A no ser que consiguiera encandilar a alguna tía o a algún primo para que le dieran algo sin que su padre se enterara. O igual podría robar algo de alguno de los otros campamentos; ese era uno de los juegos favoritos en su grupo de amigos.
Se puso su larga túnica blanca e intentó alisar las arrugas. Una cosa más por la que Mydri le echaría la bronca. Le sacó la lengua a la imagen mental, se ató las sandalias y peinó su largo pelo castaño apresuradamente, usando sus propios dedos a modo de peine. Fue mucho más cuidadoso con el sen’gai verde oscuro. Cuando ya estuvo envuelto y trenzado de una forma aceptable alrededor de su cabeza, se detuvo un momento y dejó caer los extremos sobre su hombro izquierdo.
Se llevó los dedos a los labios, y sus mejillas se encendieron con el recuerdo de aquel beso robado la noche anterior en las sombras del bosque. Tengo un amante.
Sonriendo, levantó los extremos del sen’gai y dejó que cayeran a su espalda. Aún no eran amantes del todo. Y aunque lo fueran, Seregil no tenía ninguna intención de que su padre se enterara nada más ver las colas del sen’gai cayendo de ese modo sobre su hombro.
Salió agachado para poder pasar por la pequeña entrada mientras se abrochaba el cinturón del cuchillo, ajustándolo a su delgada cintura. “No tienes más caderas que una serpiente”, le gustaba señalar a tía Alira.
Ella era la posibilidad más segura de conseguir un desayuno. Se estaba preguntando si le daba tiempo a ir a su carpa antes de que Mydri volviera a buscarle, cuando Kheeta apareció corriendo entre dos carpas, con las colas de su verde sen’gai volando tras él.
–¡Ahí estás! –se detuvo jadeante y le pegó un puñetazo a Seregil en el hombro, para luego pasar el brazo por el cuello de su mejor amigo–. ¡Tu padre nos ha tenido buscándote por todas partes! Ya ha vertido la libación de la mañana y no estaba muy contento de que no aparecieras.
Seregil se encogió de hombros mientras rodeaba la cintura de su primo con el brazo y así partieron hacia la asamblea.
–Siempre está enfadado conmigo. Al menos ahora tiene una buena razón. Hoy seré tu hermano, ¿crees que mamá me dará de comer?
–No creo. Y me alegro de que no seas mi hermano. ¡Mi padre te daría una buena tunda!
Seregil abrazó a Kheeta, feliz de poder compartir este momento de paz antes de enfrentarse a la tácita desaprobación de su padre. Otra vez. Al ser el único hijo de Korit í Meringil, se esperaba que estuviera a su lado de forma simbólica, aunque era Adzriel, por ser la primogénita, quien servía como ayudante de su padre.
–Ojalá fuéramos hermanos de verdad –suspiró–.
La gente de fuera del clan solía confundir a los chicos con gemelos. Tenían la misma edad, eran igual de desgarbados, todo brazos, piernas y energía inagotable, y con los mismos brillos cobrizos en su cabello oscuro. Además, Kheeta y su familia vivían en el caserón del clan; él y Seregil habían sido amigos desde la cuna, y mejores amigos desde que habían aprendido a gatear en busca del otro.
Algunos de sus otros amigos, tanto compañeros del clan como chicos y chicas que habían conocido durante la asamblea de verano, se unieron a ellos mientras corrían hacia el pabellón abierto donde los khirnari y los ancianos ya estaban congregados.
Sentados sobre alfombras y cojines que se extendían por el césped, tomaban té mientras comenzaban con los eternos debates un día más. Seregil se preguntó por qué tantos de los otros khirnari estaban en contra del plan de su padre, pero más allá de eso, le daba completamente igual.
Su padre alzó la vista hacia él por encima de las cabezas de la multitud, frunció el ceño, y luego lo ignoró.
–¡Tal como esperaba! –Seregil murmuró por lo bajo, aunque mantuvo una expresión respetuosa mientras hacía una reverencia, sabiendo que los demás les observaban–.
Parecía que siempre había alguien observando al inútil hijo de Korit í Meringil. Hizo todo lo que pudo para ignorar las penetrantes miradas que le dedicaban algunos de los adultos, controlando sus ganas de ponerse bizco y sacarles la lengua. Ni siquiera Adzriel le dejaría irse de rositas si hiciera algo así.
Se mantuvo en pie, respetuoso, hasta que su padre hizo un ademán brusco con la mano, despachándolo en silencio. Al darse la vuelta para irse, se dio cuenta de que alguien más lo observaba desde el otro lado del pabellón, y su corazón dejó de latir durante un vertiginoso instante.
Ilar estaba apoyado contra el poste de una carpa y parecía aburrido. Siendo el tercer hijo de un clan menor del este, tenía pocas obligaciones reales. Y aunque era más mayor que Seregil y sus amigos, tanto que ya casi era un hombre, seguía encontrando el tiempo libre suficiente para escaparse con ellos a pescar, nadar y contar historias.
Seregil se detuvo y le dedicó una mirada esperanzada. Ilar sonrió y negó con la cabeza, pero su mirada nunca se apartó de Seregil. El chico podía sentirla, quemando su piel, mientras se daba la vuelta a regañadientes.
Se obligó a sí mismo a salir del pabellón de forma calmada, beneficiando a cualquiera que estuviera mirándolo por detrás. Sin embargo, en cuanto estuvo fuera agarró a Kheeta y echó a correr, dirigiendo a los demás hacia otro delicioso día de libertad. El ancho valle del río y el bosque de los alrededores les pertenecía.
La verdad es que, en general, no había sido un mal verano.


Años y millas más tarde, Seregil gemía suavemente en sueños y sus mejillas pálidas adquirían un tono rosado apenas visible. En su sueño, Ilar había ido a buscarle, y el roce de aquellos dedos fuertes y amables en su mejilla le excitaba.

3 comentarios:

  1. waaaaaaaaaaaaaaa <3 <3 <3
    Si tienes problemas para los demas libros yo los tengo en fisico ;D

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    Respuestas
    1. ¡Muchas gracias por tu comentario y ofrecimiento! Lo cierto es que tengo todos los libros en físico y formato Kindle. ¿Te interesa entonces que siga compartiendo estas traducciones? ¿A pesar de que ya los habrás leído?

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