K: Memory of Red - Extra

No esperaba tener esto por aquí tan pronto, ha sido una grata sorpresa también para mí.
Se trata del extra que venía con la edición limitada del tercer y último tomo de Memory of Red. Tiene parte manga y parte novela, así que os dejo ambos en esta entrada.
Es un final un tanto triste, pero espero que lo disfrutéis tanto como yo.
Es justo lo que yo esperaba deseaba que pasara, así que para mí es perfecto ;)

Scans y edición: Zennigame02
Descarga: [Mediafire]



La parte narrada os la dejo aquí:

Cry

–No me haré daño.

Al poco de convertirse en rey, se había cansado de intentar suprimir su poder. Pero a pesar de que Suoh le había advertido que se iba a hacer daño, Totsuka dijo eso y se acercó a él.

Lo cierto es que Totsuka no podía quemarse con la llama de Suoh. A pesar de ser débil, era inesperadamente hábil y se llevaba especialmente bien con las llamas de Suoh y del resto de sus camaradas. Incluso dentro del mar de llamas que desprendía Suoh, se mostraba indiferente. Seguro que esa forma de reírse como si no fuera nada, resultaba insoportable.

Y sin embargo...

No había quedado ni sangre, ni huesos, ni cenizas.

La caja de madera blanca en la que reposaba Tatara Totsuka había sido consumida por las llamas de Suoh en un segundo. Sobre las rocas tan solo quedó un rastro chamuscado. Fue todo lo que quedó en aquel sitio.

Suoh bajó la mirada y observó la palma de su propia mano. El calor aún no había desaparecido, y ardía por dentro como si le estuviera consumiendo.

El cuerpo que había dicho que el poder de Suoh era para proteger, había sido devorado por las llamas que surgían de su mano, y había desaparecido demasiado rápido.

Ya veo... Él ha muerto... ¿verdad?, pensó sabiendo que ya era tarde.

Suoh exhaló despacio.

El vaho se disolvió en el aire de diciembre; el violento calor que había emanado de su interior era blanco como el humo.

Había decidido por su cuenta que una persona que no creía en ningún dios ni tenía una familia que estuviera esperando su cadáver, no necesitaría un funeral ni nada parecido.

¿No estaría bien hacerlo en un lugar desde el que se pueda ver el mar?, había dicho Kusanagi. Y pensando en que una persona muerta no podía alegrarse al ver el mar, lo había llevado hasta aquella playa, de noche, para incinerarlo. El sonido de los miembros del Homura sollozando y tragándose sus lágrimas se mezclaba con el de las olas. “Nos vengaremos sin falta”, se lamentó Yata con voz llorosa.

Ninguno de los presentes mostraba signos de querer marcharse. Suoh les dio la espalda. Anna alzó la mirada y Suoh acarició su cabeza con suavidad antes de alejarse de ese lugar, sacar un cigarrilo y encendérselo.

Todo estaba en silencio.

En su interior las llamas habían enloquecido, y sin embargo parecía sorprendentemente tranquilo. Pero dentro de ese silencio, Suoh podía escuchar cómo la espada sobre su cabeza se estaba quebrando.

–Calma, calma... Ya se arreglará de algún modo.

Al recordar esa frase, Suoh sonrió amargamente. Ya no había modo de arreglarlo.

Si él estuviera, podría haber evitado que Suoh hiciera lo que pretendía, pero desafortunadamente, estaba muerto.

Sentía el calor que emanaba del pendiente que acababa de ponerse en la oreja izquierda. Pero era un error pensar que pudiera ser el calor corporal de alguien que había muerto.

Le dio una profunda calada a su cigarro, llenando sus pulmones de humo. Exhaló lentamente, tiró lo que quedaba del cigarrillo a sus pies y lo pisó para apagarlo.

Alzó la cabeza para mirar lo que había. Incluso en un día como este, el cielo está tan despejado que resulta insoportable. Sus ojos pueden ver las muchas estrellas que se extienden por él.

Suoh mira hacia la espada que ahora no puede ver , y sube las comisuras de los labios con sorna.

Pórtate bien ahí arriba...

Aún no. Tan solo un poco más...