viernes, 15 de noviembre de 2013

Novela de Tsuritama - Capítulo 1 Parte 4

Espero que os gustara la parte 3 de este capítulo. Aquí os dejo un nuevo extracto:







Sus cabellos dorados se mecían con el viento. Sobre la camisa blanca llevaba una corbata de color rosa claro. Andaba balanceando el cuerpo y parecía estar tan feliz como si fuera la primera vez que ponía los pies en el suelo.
Y a cada paso, agitaba alegremente lo que llevaba encima: una caña de pescar.
Sobre su cabeza, abriéndose cual flor, reposaba una pecera de bola. En su interior, alrededor de una pequeña rueda hidráulica, el mismo pez rojo que estaba en el acuario de la tienda de recuerdos nadaba con elegancia. Sin embargo, el agua se agitaba cada vez que él andaba, y el pez rojo miraba a su portador como si quisiera quejarse.
Pero él seguía andando sin preocuparse. En su rostro había una sonrisa. Parecía un niño apresurándose para ir a una feria que se celebra una vez al año. Cargaba a sus espaldas con una enorme mochila, de la cual colgaba una pistola de agua, de plástico verde transparente, igual que las que venden en las ferias.
Se detuvo frente al Sea Candle con una exclamación de sorpresa, como si hubiera encontrado una estrella fugaz, y miró hacia arriba.
¡Sky... Tree!
Dentro de la pecera, el pez rojo suspiró disgustado.
El de cabellos dorados miró a otro lado sin darse cuenta de su equivocación.
¡Ah, es un buen sitio!
El sitio que había visto y hacia el que iba corriendo era la nueva casa de Yuki.
¿Qué te parece? –esbozando una sonrisa, dirigió la pregunta hacia la pecera.
No está mal, ¿no? – dijo el pez rojo asintiendo.
No es una metáfora ni ninguna otra figura literaria. El pez asintió moviendo la cabeza.
-Hola.
Cate salía del jardín con una placa algo grande entre las manos.
Hola.
Soy Haru –contestó él, como si fueran vecinos desde hacía años.
Haru-kun, qué nombre más bonito.
Vengo del espacio.
Vaya, qué bien.
Cate tampoco se quedaba atrás en cuanto al trato con familiaridad. Contestaba como si estuvieran manteniendo la típica charla sobre el tiempo, mientras colgaba la placa, con un hilo, del clavo de la entrada. El chico rubio que decía llamarse Haru cogió un rotulador del bolsillo del delantal de Cate y se puso a escribir en la placa. Debajo de las palabras “Sanada Cate” y “Yuki”, escribió un gran “Haru”.
Cate se quedó mirando las letras como si fueran niños tumbados en la playa y sonrió.
Yo vivo aquí.
Cate se quedó callada un momento, tan solo un instante, y volvió a sonreír.
Entonces... ¿me prometes una cosa?
¿Prometes?
Haru miró a Cate con la expresión más indefensa del mundo, como si fuera la primera vez que oía esa palabra en toda su vida.


Alguien estaba observándolos. No estaba cerca, sino por encima de ellos, y los escudriñaba desde la plataforma de observación del Sea Candle, a través de unos imponentes prismáticos. Un traje negro sin una sola arruga envolvía su cuerpo, y llevaba un turbante de color crema en la cabeza. Y entre sus brazos, como si fuera un gato doméstico, descansaba un pato completamente blanco.
Tapioca –Akira se dirigió al pato con un afecto tan profundo como cuando dos novios hablan por teléfono.
¡Cuac! –contestó Tapioca.
Se podía discernir el tono de “¿Qué pasa?”.
¿Qué crees que habrá venido a hacer?
¡Cuac, cuac! –qué había contestado, seguro que solo Akira lo sabía.
Pues sí, por ahora parece que ha venido a hacer turismo, ¿verdad?



2 comentarios:

  1. Cada extracto es tan interesante, ya me he copiado estos textos en Word para volver a releerlos, Muchas Gracias nuevamente y que hayas pasado un bonito inicio de año. *ww*

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    1. ¡Muchas gracias por leerlo y comentarlo!
      Hacía tiempo que no me dedicaba a esta novela porque nadie parecía tener interés en ella, pero gracias a ti veo que al menos una persona lo disfruta ^^
      Así que a ver si la retomo, que me queda ya poco para terminar el capítulo 1 :)

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